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Economía cubana, poco a poco…

Economía cubana, poco a poco… Como cubano nacido bajo el bloqueo que ha impuesto Estados Unidos a Cuba desde el mismo triunfo de la Revolución, los nuevos cambios económico-sociales anunciados el 24 de marzo me llenan de ilusiones.
Desde la década de los 80, las carencias en todos lo órdenes del acontecer social han regido la vida de los cubanos, y ojo, digo carencias, no hambre o total subdesarrollo, términos que se han manejado con mucha frecuencia en los medios de prensa internacionales, los cuales se han plegado a las exigencias políticas de la mayor potencia en el orbe y han creado una tela de injurias y mentiras sobre nuestra realidad.
Son conocidos en todo el mundo los difíciles momentos que pasó la Isla a inicio de los 90. La crisis tomó de la manos todas las esferas del país. El transporte llegó a funcionar a un 40 % de su capacidad; la gastronomía estatal casi desapareció; la generación de energía alcanzó los niveles más bajos de la historia; el, hasta entonces, principal rubro exportable cubano, el azúcar experimentó una devaluación ostensible en el mercado internacional y obligó a la dirección del país a tomar medidas.
Luego las leyes anticubanas Torricelli y Helms Burton redundaron en un reforzamiento de las injusticias contra Cuba.
Ahora, después de 45 años de resistencia y de lucha, la unión del pueblo cubano y la inteligencia del líder de la Revolución se ha ido restableciendo la economía con paso lento, pero seguro.
El peso cubano se revalúa en un 18%, la generación eléctrica está por encima de la demanda, la producción de alimentos está asegurada, todas estas cosas hacen de Cuba un país que emite una luz de verdad, la cual es difuminada y llega al resto de los países después de pasar por telas negras de injusticias. Sólo aquél que la ve con una mirada limpia, logra ver la realidad de nuestra Isla. Lo invito a usted, amigo lector, a mirar a Cuba desde un prisma desnudo de imágenes importadas de libertad. Nuestra economía va saliendo a flote poco a poco, amén de los intentos, infructuosos por cierto, de someternos por hambre y necesidades. Esperen un poco más y verán una isla de ensueños.

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